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Una despedida personal de Emma

Durante más de 25 años, me he dedicado en cuerpo y alma a crear joyas que son algo más que un accesorio: son una expresión de momentos, emociones y recuerdos preciosos. En mi pequeño taller, cada pieza está hecha a mano con cariño, con dedicación, precisión y un profundo aprecio por las personas que llevan mis creaciones.

Mi viaje comenzó con un simple deseo: crear joyas que contaran historias. Historias de amor, amistad, esperanza y momentos especiales. Cada anillo, pulsera y collar que ha salido de mi taller lleva consigo no solo materiales preciosos, sino también un trocito de mi alma. Con cada diseño, quería crear algo duradero, algo que alegrara a generaciones y encontrara un lugar en el corazón de quienes lo llevaran.

A lo largo de los años, he podido acompañar a innumerables personas: en bodas, cumpleaños, aniversarios o simplemente en pequeños momentos de alegría. Siempre ha sido un honor para mí formar parte de estas historias especiales y crear con mis manos algo que trasciende lo material.

Pero ahora ha llegado el momento de cerrar un capítulo. Debido a mi edad, he decidido, con gran pesar, cerrar mi querido taller de joyería. Esta decisión no fue fácil, ya que el taller siempre fue más que un lugar de trabajo para mí: fue un hogar para la creatividad, la pasión y un sinfín de encuentros inolvidables.

Antes de despedirme definitivamente, quisiera dejarles algo: una última colección que representa todo lo que he defendido durante los últimos 25 años. Cada pieza está diseñada con cuidado, elaborada con amor e impregnada del deseo de acompañar a quien la lleve toda la vida.

Recuerdo este maravilloso viaje con gratitud. Agradezco a todas las personas que confiaron en mí, que usaron mis joyas y las hicieron parte de su propia historia. Su aprecio y la alegría en sus ojos siempre han sido la mayor recompensa a mi trabajo.

Aunque el taller esté cerrando, el amor por la artesanía permanece en mi corazón. Mis joyas seguirán vivas en sus historias, y ese es mi mayor legado.

De corazón,
Emma